noviembre 16, 2008

Papel y lápiz

Duermo con papel y lápiz a la mano,
pues en las noches de insomnio
mi imaginación vuela por la ventana,y trae consigo
un poco de aquella vieja inspiración,
que hace ya mucho tiempo me abandonó.

Llega acompañada de tristezas, melancolías y lágrimas,
pero en algunas excepcionales ocasiones,,
trae también sueños, anhelos y alguna esperanza,
dibujada en papel.

Y es entonces, cuando con el hilo de mi lápiz,
tejo telarañas de mi alma, 
complejos diseños que se cuelgan del papel.
Plasmando así, momentos agradables o desolados,
dependiendo de los sentimientos que llegan con la 
noche.

Sentimientos de una vida corrompida por la realidad
de un mundo injusto, pero hermoso al mismo tiempo.
Tan hermoso que es necesario bajar la mirada
o incluso agachar la cabeza,
para no ver de frente tal majestuosidad.

Y así tejiendo se me pasan las horas,
hasta que la luz de la lampara de fuera palidece,
cuando el amanecer trae consigo las primeras luces del 
día.

Entonces voy guardando las telarañas bajo mi almohada.
Me recuesto deseando romper las leyes de la física
y de toda lógica. Y que las telarañas,
atraviesen la tela, 
el relleno, 
mi pelo, 
mi piel,
y todo lo que las separa de mi mente,
para que hagan de ella su morada.

Obligándola a vencer esta mala memoria,
que empeora cada vez.

Y mientras voy conciliando el sueño,
olvido las telarañas.
Y algunos hilos que mascullo en mi boca,
caen al suelo junto con el papel y el lápiz.

Y la inspiración vuelve a huir por la ventana,
para unirse con la noche.

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